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Pero cuidado, no te vayas a atragantar. |
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Las 5 cosas que más me encabronan de Internet
Escribo esto desde una
paradisíaca playa de la República Dominicana,
tras echar un vistazo a la cotización de mis empresas en la bolsa del Bhután, cómodamente
tumbado en mi hamaca y sorbiendo agua de coco al tiempo que espanto a
insidiosos vendedores de toda clase de mierdas que acuden erectos a la llamada
de mi pestífero sudor. Bueno, lo anterior no es del todo cierto, por no decir
que es totalmente falso: escribo desde mi casa en el tiempo que me deja libre
el trabajo de verano que ejerzo realizo para costearme mi tocada de
nabo mis estudios universitarios y que no dedico a mi ocupación del resto
del año. Por eso les recomiendo hamijos que estudien mucho para poder tocarse
el nabo también en verano e incluso para optar a que se lo toquen sin la
malicia con que lo hacen con el mío.
El tema de hoy es de lo más
interesante, si por interesantes entienden cosas como las evoluciones del vuelo
de los insectos o la tristeza postcoital: Internet y su subcultura de porfiados
palurdos e ignorantes de postín entre los que me incluyo modestamente. Y, como
no soy menos que nadie, voy a publicar un artículo donde no impere más ley que
la de mi opinión y en el cual los pocos datos presentes sean aquéllos en que me
apetezca apoyarme aunque sea a la pata coja. Para redondear la fórmula lo envolveré
todo en mi habitual ecléctico barroquismo que, al igual que siempre, no alcanzará
a ocultar el que tan sólo soy un funambulista balanceándose en el vacío de la ignorancia sobre un hilo de anaeróbicas oraciones.
Así que sin más preámbulos, este
texto versa sobre la serie de cuestiones que hacen que me plantee iniciar la
odisea de darme de baja de Internet y volver al mundo analógico. Como son
varias cosas y lo bastante inconexas para que una mente como la mía, pareja en
capacidad relacional con la de las ovejas aquejadas de cefalea, sea incapaz de
desarrollar un texto como el Monstruo del Espagueti Volador manda voy a optar
por el camino fácil de endiñarles una lista:
LAS
5 COSAS QUE MÁS ME ENCABRONAN DE INTERNET: ¿por qué cinco y no 20?…porque por el
culo te la hinco y no me hagas más preguntas que me tienten.
5- LA VERDAD ESTÁ AHÍ FUERA...¿VERDAD?
Una de las cosas más
características de la red es la credulidad con que se toman datos de
procedencia más que dudosa; las más de las veces pura especulación subjetiva
cuando no marcadamente tendenciosa, sensacionalista, paranoide o cualquiera de
los adjetivos que suelen aparecer en la crítica de un libro de Tom Clancy, a la
par que se rechaza la parcialidad de todo aquello que huela a grupo editorial.
Pero en los medios impresos se dan dos particulares que brillan por su ausencia
en Internet: el autor firma con su nombre un texto del que responde y éste ha
pasado por el tamiz de un editor que asegura unos mínimos de calidad o, a falta
de ésta, de interés.
Esto no solo se refiere a los
artículos de la Wikipedia
trufados de incorrecciones y que se cortapegan con una tranquilidad tal que si
los avalase la Ilustración
en peso sino al enorme cenagal de mentiras de toda índole, tanto flagrantes
como producto de la mejor de las voluntades, que se confunden con lo auténtico
y que se ha convertido en el sustrato ideológico de gente que comienza a creer
que la respuesta a todas sus dudas, ya sean estas políticas, metafísicas o de
los múltiples usos de la mantequilla, se hayan en la red al alcance de un solo
clic. O dicho de otro modo: la inmediatez suele ser recíproca: tardas tanto en
leer el texto como su autor en escribirlo y eso repercute muy negativamente en
su profundidad, exhaustividad y especialmente en su credibilidad. Digamos que
yo para perpetrar escribir este texto manejo unos tres conceptos en mi
mente aparte de 3969 pensamientos sexuales de explicitud y depravación
crecientes mientras que si fuese
escrito por un sociólogo ambas esta cifra aumentaría enormemente. Y sólo
esto; estaría apoyada por datos y no meras conjeturas y de los pensamientos que
amenizan mis deyecciones, redundando en un texto mucho más nutritivo para sus
caletres y con el que podrían estar o no de acuerdo en cuanto a tesis pero les
aportaría las herramientas con las que desarrollar las suyas propias.
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De esto no puede salir nada bueno. |
Y es que en esta vida, por
desgracia, ni todo ni todos merecen el mismo crédito, ni mucho menos tiene el
mismo valor un texto escrito en las pausas para la merienda, tal que éste, que
un uno fruto del esfuerzo de aquél a quién le sirve para pagarse los garbanzos.
Ya pueden ser de ficción, un ensayo, periodístico o los maravillosos artículos
de la Interviú
por los que como español de bien me compro la revista; cualquiera ellos supera
ampliamente la media de calidad de la red.
Y para acabar tres pequeños
apuntes que me da pereza desarrollar:
- Crear un periódico basado en
los temas más leídos no lo hace mejor sino todo lo contrario. Hay información
muy importante que no interesa a casi nadie.
No, a mi tampoco. - Es mucho más fácil que te la metan doblada en Internet que en la prensa amarilla porque al menos ésta está sometida a cierta regulación de contenido y al peso de la ley. La prensa española es lo bastante libre, otra cosa es la diversidad, como para andar buscando “la verdad” en la trastienda de la información.
- Un exceso de información sin ningún criterio de orden es peor que la ausencia total de la misma. Vivimos en la sociedad de la información pero no somos computadoras.
Y a modo de corolario: los medios
impresos nos pueden engañar, claro que sí, pero merecen, a priori, más
credibilidad que Internet.
4- ¡MAMÁ SOY EL MÁS POPULAR DEL BARRIO!
- PUES SAL A JUGAR CON TUS
AMIGOS.
- …
Aparte de las dudosas
ventajas e innumerables inconvenientes que han traído las redes sociales y de
los que no hemos visto sociológicamente ni la punta del [que vuele su
imaginación], lo que más me llama la atención es la cantidad de hamijos con que
puede contar un abducido usuario de las mismas y que comienza a
convertirse en un nuevo fenómeno cuantitativo capaz de generar conversaciones
tan gozosas como la que sigue:
-Mira Segismundo, tengo 739
amigos.
-Bah, eso no es nada, yo tengo
4986.
-Bueno… Esto… la cantidad no es
lo importante: los míos son más juguetones.
-Pero porqué iba a estar reñida
la cantidad con el ánimo lúdico.
-…¡Cráneo previlegiado!
Al final lo que cuenta es la
cantidad y acabas agregando hasta al chapero del otro barrio que conociste ayer
porque el tuyo se ha ido de vacaciones o a toda esa gente que ingenuamente
alcoholizada te ha dicho su nombre para que puedas llenar su tablón de
comentarios que harían sonrojar a Alfredo Landa en plan piscinero. O incluso
peor, emular las interminablemente almibaradas, con trazas
psicoanalíticoparvularias, conversaciones-circunloquio de Dawson Crece o
similares series de ésas que nos preparan para ser gilipollas y a mí, que me
las veía todas, un excelente espécimen de gilipollas brasas.
Al final resulta que amigos de
verdad, de esos que te aguantan la halitosis y tu personalidad esquizoide,
tenemos cuatro o cinco y que perderlos resulta de lo más fácil como para andar
echándole alpiste a una troupe de desconocidos para que llenen nuestro contador
de visitas. De hecho el tiempo que dedico a este blog ha ocasionado la ruptura
de la relación con mi perro porque les tenía celos.
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¡¡¡Agregameeeeeee!!! |
Supongo que ya hay estudios sobre
lo que voy a inventarme a continuación, pero como soy un vago de mierda no me
he leído ninguno y voy a marcarme un pseudo-cutre-micro-sociológico-psicológico
análisis sobre la incidencia de una satisfacción instantánea de la curiosidad,
y además sin mover el culo del asiento que es muy cansado eso de ir a la
biblioteca, en la formación intelectual de las generaciones que han nacido con
un ordenador debajo del brazo.
Yo sostengo que Internet ha
formado a toda una caterva de resabidillos que, acantonados tras sus teclados y
sus abejiles ideas, por eso de ir de flor en flor del conocimiento, creen saber
de todo y en realidad no saben de nada porque en nada profundizan.
En las causas yo veo en primer
lugar la inmediatez: a lo que poco cuesta no se le da valor y acaba perdiendo
pronto la atención en detrimento de un nuevo tema. Cuando antes sentías la
necesidad de informarte sobre un particular, como por ejemplo el modo de
cortejar a un ovino, no tenías más remedio que consultarlo en un libro o preguntárselo a algún resabidillo, pastor
trashumante en este caso. Pero, como las personas que nos las traemos de “kurtas”
jamás aceptamos el no saber algo, siempre terminábamos por acudir a la primera
de las opciones, que se abría al contacto de nuestras yemas y nos permitía penetrarnos de su sabiduría, sin reproches y sin pedir nada a cambio.
Marranadas aparte, un libro no lo suele componer una sola reseña sobre un tema
específico: forma un bloque en el que se entremezcla el objeto de nuestra ansia
con los muchos que le son cercanos y sin los cuales no puede ser comprendido.
Lo contextualiza y despierta nuestro interés por la maraña conceptual que se
abre ante nuestros ojos, embriagándonos de transversalidad y fascinándonos la
enormidad del conocimiento humano y su pequeñez en comparación con que nos
queda por conocer y el mucho que nos es vedado. Por lo tanto, acabamos por especializarnos y desarrollar
nuestros gustos personales y profundos. El mío, por ejemplo, es la desbarradura
gafapástica sin previo aviso.
En segundo y último
Las consecuencias las conocemos
todos: una vorágine de opiniones de prestado, tangentes y anecdóticas, que se
profieren con la satisfacción de quién se cree erudito, la consiguiente
cerrazón a admitir los propios errores y carencias y la constatación de que Sócrates sigue siendo
el más sabio aunque hoy, al igual que siempre, él sea el único que lo sepa. El
lugar: la inmensidad de ciberespacio, porque el resabidillo no se contenta,
como yo, en porfiar en su propio blog sino que tiene que demostrarnos a todos
los demás lo listo que es y atiborrar los comentarios de puntualizaciones o
polémicas en pos de su lucimiento personal o incluso peor: hacernos depositarios
de las místicas revelaciones de Perogrullo.
Pero ya me he cansado de este
tema, así que paso al siguiente.
2-YO, YO MISMO Y MI PENE.
¿No se han fijado en que en las redes sociales la gente que conocen del
mundo real habla de una manera un poco extraña? Unas veces, esta discrepancia
no es más que una intensificación de la gañadería o un desborde de lo melifluo
de su conversación, otras, la cosa se vuelve de lo más inquietante.
Especialmente cuando su interlocutor interrumpe constantemente la conversación
con una polución de jajajaes o cuando reparan en que no sólo ellos sino usted
mismo suenan como unos completos gilipollas ante la irrefutable evidencia de su
verborrea por escrito.
¿Esquizofrenia? ¿Personalidad
múltiple? La respuesta es más simple: cuando la gente tiene un tiempo para
pensarse lo que va a decir, lo usa para afectar la conversación. Es como cuando
quieres cepillarte a otro ser vivo con los inertes no existe el problema del
cortejo y quieres agradarle con cada cosa que dices. El resultado es que el
otro siempre acaba pensando que eres retrasado y tus opciones por llevar la
comunicación a un nivel horizontal se reducen a:
- Empezar a soltarte y descubrir que al igual que tú eres gilipollas también lo son los demás y que es mejor decir tonterías fluidamente que devanarse el seso para decirlas a trompicones.
- Hablar de la filosofía de Hegel inventándotela toda sobre la marcha. No te preocupes, nadie la entiende lo suficiente como para calarte y quedas la mar de “curto”. Asentirán ostensiblemente hasta que no tengan más remedio que silenciarte con cualquier medio a su alcance. Pero ten cuidado, no vayas a atragantarte.
- Dar mucha pena. Funciona siempre, a excepción de que tu interlocutor no tenga compasión en cuyo caso esta conversación nunca habría tenido lugar.
Sin embargo, lo que más me
interesa a mí y a los futuros psiquiatras de este país es ver el increíble
incremento de testosterona que se da al escudarse en el anonimato. No hay más
que ver los foros trufados de insultos hacia el moderador, el resto de
asistentes y sus respectivas madres. En periódicos online, en páginas
deportivas, en otras de filatelia, en blogs de opinión, en la Meristation y si me
apuran y conmigo al espaciotiempo hasta en el consultorio de la señora
Francis. Así que no les extrañe que dentro de poco, en redes como Meetic la
gente ligue insultándose entre ella aunando finalmente ambos mundos.
1-POR EL AMOR DEL DICCIONARIO ESPASA-CALPE YO TE EXPULSO.
No hay cosa que más me hinche los
cojones de Internet que las discusiones sobre gramática u ortografía escribir
como el culo en lugares que no vienen a cuento. Por ejemplo ¡No, otra
vez no! en los foros del Marca. En serio. ¿Qué coño tiene que ver el fútbol
con la gañadería gramática?
Escribir bien nunca está fuera de
lugar, pero ninguno de nosotros somos catedráticos de la RAE como para andar tocándoles
los huevos a los demás cada vez que cometen una falta ortográfica. ¿Se sienten
más onvres acaso? ¿Creen que por saber escribir bien ya tienen razón en todo? ¡Hoyga, yasta vien!
Seguramente, si analizásemos este
post podríamos encontrar más de diez errores ortográficos entre diacríticos que
no me sé, puntuación arbitraria y pura presbicia. Y gracias a San Corrector del
Microsoft Word que no hay más. El que esté libre de haberle dado alguna vez una
patada al diccionario aunque éste se haya tirado luego a la piscina, que me
ponga el primer comentario abstenerse auténticos miembros de la RAE y maestros de primaria
porque seguramente también él las cometerá. Yo no me creo Dámaso Alonso y no
voy dándole lecciones a nadie por la red al igual que no utilizo una nadería
para derribar un argumento sólidamente fundado porque, en caso de serlo, algo
no deja de ser cierto por estar mal escrito. Además, si lo entienden
igualmente: ¿Para qué coño se dedican a joder la marrana?
Y recuerden que si desean mantener una de estas enconadas polémicas en la vida real, puede suceder que el ignorante decida amortizar las horas de gimnasio que ha hecho y que ustedes se han gastado en perder la vista ante la
nueva gramática española y partirles algo más que el alma.
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¿Qué decías sobre el laísmo? |
Nunca el hablar anónimamente fue
tan fácil, sí señor Palomino, es digna de encomio su integridad al seguir
todos y cada uno de los postulados que defiende y por tanto desvelar su
verdadera identidad en la red, y como todos tenemos una opinión de todo de
generación espontánea si hace falta, pues nos metemos a discutir incluso en
sitios dónde no pintamos nada y donde ni mucho menos sabemos de qué coño va el
tema. Viendo la cantidad de genios que pululan por la red y comparándola con la
de ellos que me encuentro en el mundo real comienzo a sospechar de dónde vienen
los demenciales beneficios de Teleformica. Por eso me veo en la cívica labor,
propia de los grandes agentes sociales que como mi oronda eminencia tienen tal
poder de convocatoria, de lanzar este llamamiento:
Ya sé que hay que amortizar el
sobreprecio de la vivienda pero, Hamijos, pofaó sargan der txabolo. Hay todo un
mundo tras las cuatro paredes de su domicilio, ya sea este arrendado, en
propiedad, hipotecado, embargado o incluso imaginario, con conversaciones cara
a cara, o cara a tetas si son onvres y/o cualquier ser que sienta simpatía
por el bello sexo y fablan con una muhé de marcada personalidad, mil veces
más placenteras, directas y constructivas que las que se mantienen en, por
ejemplo, ésta su página amiga pero sin derecho a roce.
15 septiembre 2011 |
Publicado por
Palomino
en
9:57
2
Comentarios de mierda
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