Donde dije digo, digo Diego.

    Llega un punto en dónde, por escasa que sea ésta, la experiencia acumulada ha de hacernos reflexionar sobre el curso de nuestras acciones pasadas y replantearnos el camino que hemos de recorrer en el futuro. Nada tienen que ver los propósitos que pudo hacerse un bloguero inexperto, tal que yo, hace ahora cerca de un año con los que pueda hacerme en este instante, a doce meses de aprendizaje vista.

    Uno de los factores que me hizo replantearme el rumbo que estaba tomando la página fue la carencia total de comunicación con los visitantes. Vivir en el silencio de Dios es duro pero más lo es para el bloguero el no saber si los lectores hacen lo propio con el producto de su trabajo y, de ser así, si éste les gusta. Un primer intento de abordar esta inseguridad fué aquella entrada que, paradojas de la vida, agravó el problema que denunciaba.

Hmmmmn...

    Después de germinar, de la semilla de la duda brotó una plantita que en muy poco tiempo desarrolló un abundante ramaje. ¿No es quizás el enorme distanciamiento entre entradas producto de mi poco interés en escribirlas? Créanme que me divierto haciendo arabescos con el lenguaje y los dobles sentidos, pero el hecho de que no repita ninguna de las secciones que he ido creando a lo largo del año parece indicar una constante huída hacia adelante. ¿De qué? Pues del rígido formato que ideé en su momento para diferenciarme del resto de blogs y que ha acabado por extrañarme de mi propia creación. Hay veces que me han acudido a la mente temas que no tenían cabida en la página y de los que me gustaría haber escrito mientras que otras inicié entradas sin mucha convicción y sin ella siguen acumulando polvo en la pestaña de borradores.

    Uno de los problemas es que la precaria estructura de esta página se sostenía sobre mi exposición a un abundante caudal de cultura de masas. Sin embargo, la cantidad de contenido que degluto ha disminuído considerablemente y, a falta de cantidad, busco al menos calidad. El saber no ocupa lugar, al menos en teoría, pero su adquisición nos priva de tiempo: lo limitado de éste hace que al final se lo dediquemos a las cosas que realmente merecen la pena.

    Ahora la pregunta que me planteo es la de si puedo mantener el blog cambiando sus estatutos fundacionales. Siempre he creído que no, pero mis propias entradas me demuestran lo contrario: el giro ha sido gradual pero inexorable. Así que en próximos posts, aunque por desgracia con la periodicidad habitual, pueden aparecer loas a tal o cual película, libro, juego o vayan ustedes a saber qué. Eso sí, intentaré seguir siendo cuanto menos original y chocante e iré repescando alguna de las viejas secciones de vez en cuando.

    La conclusión con que me quedo tras esta reflexión es que el espíritu irreverente y crítico puede estar presente en cualquier tipo de escrito, independientemente de su género y que soy yo el que define a este blog. Es mi creación, mi proyección especular, el sitio donde vierto esas idioteces que se me ocurren en el día a día y que mientras me divierta escribir seguirá existiendo.

    En otra ocasión les agasajaré con mis experiencias blogueriles netas, separadas de la pajada mental. Hasta entonces recuerden que aunque esta es su página hamija y aunque no tienen derecho a roce pueden escribirme alguna cosita, sugerirme algo, insultarme o incluso corregirme las faltas de ortografía que aunque ya saben que me toca mucho los cojones es mejor que el que callen como p... dispensadoras remuneradas de placer y/o dolor. No se preocupen, el anonimato los escuda de posibles represalias.

Fotografías del misterio

    Hoy, cual Iker Jiménez, les voy a presentar una serie de fotografías verdaderamente inquietante. Siendo consciente de la naturaleza esquiva del misterio, he tratado de inmortalizarlo para solaz de parapsicólogos y demás crédulos gente de mente abierta.


    Esta primera instantánea fue tomada de un periódico local y aunque no se entienda una mierda de lo que pone porque la cámara de mi zapatófono es una birria, se nos enumeran los bondades de este dulce palmero de próxima comercialización. El problema surge cuando lo leemos al haber sido iniciados en los múltiples sinónimos del falo. Es entonces cuando la sobredimensión del término en cuestión respecto del resto del enunciado nos sacude con toda su contundencia. Ahora que comparten tan arcanos conocimientos, díganme si son capaces de leer este texto sin partirse el ojal.


     En esta segunda fotografía he necesitado la ayuda de nuestro experto en análisis fotográfico para determinar que este dulce no ha sido horneado por un grupo filonazi para sufragar sus actividades. Todo es producto de un clamoroso error a la hora de ajustar el envoltorio al contenido porque, si se fijan en el paquete vecino, la "o" restante, cuya ausencia transforma estos suculentos pastelillos en una guarrada, se oculta en un lateral. El resto lo pone nuestra imaginación, especialmente si tenemos en cuenta el gran aprecio con que cuentan en general los búlgaros en estas tierras, sólo comparable al de sus vecinos rumanos, dicho sea esto con todo el respeto por mi parte. Esto si nos decantamos por la milenaria secta de la xenofobia, porque si preferimos analizarlo desde la escatología, oscura ciencia de gran fundamento, la VERDAD nos es revelada al instante.


   Lejos quedan los tiempos en que los francmasones tenían que esconderse para celebrar sus conciliábulos. Ahora que la CONSPIRACIÓN se ha extendido por todo el mundo y lo controlan todo, desde las finanzas hasta la receta de la alioli, ya no tienen reparos en mostrarse abiertamente a las masas. Nos vigilan, nos controlan, saben las veces que nos la sacudimos, si nos lavamos las manos antes o después e incluso qué hacen las mujeres cuando van en manada al baño. El advenimiento del Gran Hermano está cercano, las señales están por doquier. Sólo hay que saber interpretarlas.

    Como ya venía adelantando la criptozoología, el Gigante Verde, de enorme arraigo en el acervo popular, era real tal y como demostraba su presencia en los botes de verduras. Al fin, tras milenios de búsqueda, se encontró una población en la isla de La Palma. Lo primero que hicieron ante la presencia de los investigadores fue acercarse a los ellos y preguntarles por un vecino suyo que se había ido hacía años a ultramar a hacer carrera en el cine y que respondía al nombre artístico de La Masa. Al no recibir respuesta, los descuartizaron, aunque por lo demás son un pueblo pacífico amante de la tranquilidad. El apéndice de la fotografía fue recuperado del único superviviente de la matanza que, tras informar del asombroso descubrimiento, murió de placer. Debido a esto y por analogía a su primo el Bigfoot se los nominó como PuntasGordas. Resta destacar que el forrado en plástico responde a criterios de conservación debido al gran desgaste a que lo ha sometido la comunidad científica. 


    A diferencia de las demás, esta instantánea ha dejado totalmente estupefacto a nuestro analista fotográfico, tanto que no tiene explicación para la misma. Tras decirnos que no apreciaba rastro de retoque digital se roció con gasolina y se arrojó al vacío envuelto en llamas. Lo que no sabía el insensato es que seguiremos acosándolo a través de la ouija. Pero como este mes nos la ha cortado Lucifer por no enviarle suficientes almas nos vemos obligados a rogar la colaboración de todo aquél que transite por la santacrucera avenida de la Paz. Miren el cartel encima de la juguetería y confírmennos si nos hallamos ante un caso de pareidolia o alguien ha tenido realmente los santos cojones de llamar así a su negocio.