Hoy, cual Iker Jiménez, les voy a presentar una serie de fotografías verdaderamente inquietante. Siendo consciente de la naturaleza esquiva del misterio, he tratado de inmortalizarlo para solaz de parapsicólogos y demás crédulos gente de mente abierta.
Esta primera instantánea fue tomada de un periódico local y aunque no se entienda una mierda de lo que pone porque la cámara de mi zapatófono es una birria, se nos enumeran los bondades de este dulce palmero de próxima comercialización. El problema surge cuando lo leemos al haber sido iniciados en los múltiples sinónimos del falo. Es entonces cuando la sobredimensión del término en cuestión respecto del resto del enunciado nos sacude con toda su contundencia. Ahora que comparten tan arcanos conocimientos, díganme si son capaces de leer
este texto sin partirse el ojal.

En esta segunda fotografía he necesitado la ayuda de nuestro experto en análisis fotográfico para determinar que este dulce no ha sido horneado por un grupo filonazi para sufragar sus actividades. Todo es producto de un clamoroso error a la hora de ajustar el envoltorio al contenido porque, si se fijan en el paquete vecino, la "o" restante, cuya ausencia transforma estos suculentos pastelillos en una guarrada, se oculta en un lateral. El resto lo pone nuestra imaginación, especialmente si tenemos en cuenta el gran aprecio con que cuentan en general los búlgaros en estas tierras, sólo comparable al de sus vecinos rumanos, dicho sea esto con todo el respeto por mi parte. Esto si nos decantamos por la milenaria secta de la xenofobia, porque si preferimos analizarlo desde la escatología, oscura ciencia de gran fundamento, la VERDAD nos es revelada al instante.

Lejos quedan los tiempos en que los francmasones tenían que esconderse para celebrar sus conciliábulos. Ahora que la CONSPIRACIÓN se ha extendido por todo el mundo y lo controlan todo, desde las finanzas hasta la receta de la alioli, ya no tienen reparos en mostrarse abiertamente a las masas. Nos vigilan, nos controlan, saben las veces que nos la sacudimos, si nos lavamos las manos antes o después e incluso qué hacen las mujeres cuando van en manada al baño. El advenimiento del Gran Hermano está cercano, las señales están por doquier. Sólo hay que saber interpretarlas.

Como ya venía adelantando la criptozoología, el Gigante Verde, de enorme arraigo en el acervo popular, era real tal y como demostraba su presencia en los botes de verduras. Al fin, tras milenios de búsqueda, se encontró una población en la isla de La Palma. Lo primero que hicieron ante la presencia de los investigadores fue acercarse a los ellos y preguntarles por un vecino suyo que se había ido hacía años a ultramar a hacer carrera en el cine y que respondía al nombre artístico de La Masa. Al no recibir respuesta, los descuartizaron, aunque por lo demás son un pueblo pacífico amante de la tranquilidad. El apéndice de la fotografía fue recuperado del único superviviente de la matanza que, tras informar del asombroso descubrimiento, murió de placer. Debido a esto y por analogía a su primo el Bigfoot se los nominó como PuntasGordas. Resta destacar que el forrado en plástico responde a criterios de conservación debido al gran desgaste a que lo ha sometido la comunidad científica.

A diferencia de las demás, esta instantánea ha dejado totalmente estupefacto a nuestro analista fotográfico, tanto que no tiene explicación para la misma. Tras decirnos que no apreciaba rastro de retoque digital se roció con gasolina y se arrojó al vacío envuelto en llamas. Lo que no sabía el insensato es que seguiremos acosándolo a través de la ouija. Pero como este mes nos la ha cortado Lucifer por no enviarle suficientes almas nos vemos obligados a rogar la colaboración de todo aquél que transite por la santacrucera avenida de la Paz. Miren el cartel encima de la juguetería y confírmennos si nos hallamos ante un caso de pareidolia o alguien ha tenido realmente los santos cojones de llamar así a su negocio.
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